martes, 15 de noviembre de 2011

La Fábrica de los Sueños



















El capricho arquitectónico tiene una historia extensa y productos tales como  las pinturas de “escenografías” de ruinas romanas de Giovanni Paolo Panini o la publicidad retrospectiva de las proezas arquitectónicas de Sir John Soane, publicadas en su 1818 A Selection of Public and Private buildings’ Parts according to Sir John Soane’s projects RA. FSA, for the metropolis and other places of the United Kingdom between 1780 and 1815. El género ha sufrido transformaciones pero está todavía muy vivo, como por ejemplo en la obra del artista británico Paul Noble que se exhibe actualmente en su muestra “Welcome to Nobson”. El elemento fantástico implícito en el género del capricho siempre ha significado que éste tiene un lado oscuro, un intrínseco momento mori, que a veces es tan sólo la melancolía que provocan las ruinas, pero otras veces es un impulso poderoso de crear visiones de temor, distopía y muerte. Viene a la mente la obra de Piranesi  y también Grosz, y luego sus ideas llevadas a extremos en Everything’s just wonderful!... de John Heartfield.














Giovanni Paolo Panini

Pero es siempre igual cuando se está frente a Heartfield -y la obra de José Jiménez produce también el mismo efecto-: “terminemos con la historia rimbombante del arte!” Si seguimos así, dejaremos de ver las imágenes como son. Las confundiremos con arte, lo que no son, así como la obra de Heartfield tampoco lo es. Lo que es más, Jiménez declara que no es un artista, es un hombre que recorta libros y aspira a cortar muchos más. Pone especial atención tanto a la calidad como al acabado de las imágenes que utiliza y sus collages revelan la amplitud de sus conocimientos de historia del arte, de la arquitectura y de la cultura; pero no son simples referencias eruditas a la “cultura”. La agudeza de su mirada, que disecciona los libros mucho antes de que su afiladas tijeras los hiendan, es el origen  de su habilidad para recomponer una miríada de fragmentos de la cultura, el pasado y el presente que reúne y junta, y luego proyecta en una nebulosa de tiempos, cargada con la posibilidad de lo que vendrá, de los futuros que nos esperan. 




















Everything’s just wonderful! John Heartfield


Volvamos a Heartfield por un momento. El Dada usó el collage para lacerar el paradigma del arte; Jiménez corta más hondo, dentro del torrente de imágenes que componen lo que consideramos la realidad, la cultura, la verdad, el engaño, la muerte, y aquello que es un medio para todos ellos, los sueños. Estos collages presentan la realidad renovada, compuesta con la discordante elaboración subjetiva del inconsciente que es el collage; la realidad, los ideales, las esperanzas, el terror, están todos amalgamados.
Los tecnócratas de la cultura intentan que su trabajo parezca más autorizado hablando de la industria de la cultura; de este modo revelan su falta de cultura, y lo que es peor, ¡su falta de respeto por la industria! La fábrica de los Sueños es industrial, al menos es industria de un solo hombre, la forma más honesta. Los libros -como materia prima- son diseccionados; sus imágenes segadas y recolectadas, luego compuestas, recompuestas una y otra vez, y finalmente engomadas y pegadas.
Las imágenes fluyen de esta eficiente cadena de producción. Pero la industria no sólo implica producción, sino también la transformación de los valores, y la industria de la cultura no es diferente a pesar de que sus valores lo son, créanlo o no. La materia prima de Jiménez es la fotografía desprovista de aura, reproducida masivamente; el resultado se compone de imágenes cargadas con la posibilidad de una nueva y fantástica aura; pero se trata sólo de la posibilidad de tal ideal, imagen única ya que el mundo industrial ha destruído hace tiempo los paradigmas del arte y su aura. El Dada celebraba esto, y Jiménez no sólo nos lo recuerda, sino que declara que esta fragmentación no es solamente un asunto del arte; afecta nuestra percepción del mundo e incluso infecta nuestros sueños. Ya no soñamos como solíamos hacerlo.
¿Es ésta una exhibición nihilista? No. Presenta cuestiones duras pero lo hace con imágenes que ofrecen una nueva forma de pensar la imagen en todas sus formas; de la fotografía al arte, a los sueños. Pensar de nuevo sobre el arte y los sueños es el desafío que plantea Jiménez, y cualquier desafío que vale la pena afrontar incluye siempre una confrontación con nosotros mismos, nuestras percepciones, nuestros valores y nuestros sueños.

Jeremy Roe

Traducción del inglés de VP