sábado, 4 de junio de 2011
Gonzalo Delgado expone AMATEUR
Gonzalo Delgado, artista residente en Espacio Infame
durante mayo y junio de 2011, expone el producto de su residencia:
AMATEUR
Sobre Cuida tus Deseos, muestra de Gonzalo Delgado
en Montevideo en marzo de 2011, escribió Virginia Patrone:
Gonzalo Delgado
Autorretratos por amor
Gonzalo Delgado expone dibujos y pinturas. En diferentes técnicas y modos expresivos gira en torno al cuerpo masculino. La forma es sensible y fuertemente lineal, con clara influencia del comic. Los dibujos de Gonzalo son hábiles y sabios, eficientes. Algunas veces sutiles y delicados, otras con trazos de gran fuerza, certeros, dramáticos y cargados de emoción. La figura es el cuadro, el fondo es entorno, es escenario que ambienta la emoción protagónica. El entorno es hostil o irreal, hay vahos de malicia circundando.
GD bucea en si mismo, es a veces su propio adversario, se juzga y se castiga. La sed de amor que destilan sus personajes es insaciable, el abrazo tierno es incompleto y el sexo aparece a veces casi como un obstáculo.
La técnica no es única, acrílico sobre papel o sobre tela, o grafito, o lo que haya a mano. El recorte de la figura es en algunos casos literal en la obra de GD, llegando a recortar y rearmar, una y otra vez, buscando cómo ser, cómo colocar y colocarse.
A veces es arte callejero, pero de grafitero que inquieta e interroga al espectador desde la sensibilidad plástica. No es un cartelista frío, irónico y con mensaje explícito, como por ejemplo Banksy u otros. Está más cerca de BLU, pero no recurre a la narración, sino a la presencia cuestionadora en un plano íntimo que contrasta vivamente con el exterior urbano, la calle, el ámbito público. GD es ambiguo en sus imágenes, interroga y se interroga, no proclama, no enuncia. Pregunta sobre el amor como sufrimiento, el abrazo insuficiente, los penes erectos como estandartes temblorosos de angustia existencial. En las telas y papeles de gran formato se acentúa el peso del entorno, ahora líquido, en que el actor principal está sumergido, sumergido y doble, fuerte y débil, el fuerte que no sabe si salva o pierde al débil. Las escenas son juguetonamente prerrafaelistas en su poética -como la Ofelia de John Everett Millais- pero de brochazos rápidos, nerviosos. No hay erotismo ni exaltación sensual del cuerpo, hay un intento de explicación furiosa y trágica del amor. Los peces rojos que rondan como inocentes predadores, peligros naturales frente a la sexualidad expuesta, son señales de alarma y marcadores de textura, de presencia física, de fluidos y hormonas.
La reflexión de GD sobre el amor homosexual es profunda y renovadora, no recurre a la exhibición erótica ni la a transgresión evidente; pasa por el cuerpo, pero no es el cuerpo lo central. El meollo de la cuestión es de otra naturaleza, es existencial, es intangible y siempre inapresable. Hay en su obra un matiz de espíritu cristiano torturado, de religiosidad ardiente e incómoda. Vemos un Cristo fragmentado que se pierde, se hunde; que tal vez se condena y se ahoga, anclado por su sexualidad triunfante a pesar de si.
Virginia Patrone
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